Capítulo 15

Los poemas que hablan de ella

“No me olvides del todo,
teje un nido

en la rama más honda de tu sueño,
y mantenme a tu abrigo

(Permanencia. Inédito)


Aurora Venturini

Matilde Alba Swann
Por qué con tal silencio abandonaste el sitio
de la fraternidad que te devocionamos.
Más de una vez anduve próximo tu retiro,
intenté más de una poner acento en tu rellano
pero existían tales oquedades alrededor de todo
que clausuré el intento con severos candados:
que no entreabría puerta serena para espectar la hora
de oír tu propio acento tan personalizado,
ni ventanales libres de observar los adentros
y saber si dormías o si estabas rimando.
Te arrancaste de nosotros que te queríamos mucho
de repente, tal como activabas tus aciertos,
también tus desaciertos, andariega del aire,
de la lluvia; muchacha dibujada en el viento.
Matilde Alba Swann, ninguno me agravó de tal pena.
Estás en mi tristeza acurrucada en el centro.
Eras distinta, diferente, eras duna de arenas
porque tu voz gritaba tal vez en el desierto;
una mamá, una hermana de cualquier cosa viva.
Avísame cuando retornes en tu renacimiento,
por medio de una escarcha de miel sobre la rosa,
el tramo del puente vital que ya estás construyendo,
para que te viajemos, para que nos navegues.
Avísame si vuelves del paisaje del heno,
del nardo y la azucena y de la cruz de pino,
de los veranos ávidos, de los límpidos cierzos.
Pero no nos desligues en tan arduo abandono.
Un lujo de alba y luz ese día vestiremos.


Cesar Tiempo

Cesar tiempo fue otro habitante bajo el vidrio del escritorio con este soneto
que escribió, de una sentada, en la vieja maquina Olivetti de Matilde, una mañana de
tormenta esperando su demorado regreso de Tribunales.

Cesar Tiempo para Matilde Alba Swann

Alfredo Villata

Recuerda a Matilde en su libro “Eras un viejo Rio” (1965)

Matilde Alba Swann

Dime
en qué denso estrato de inspiración
se nutre
tu raíz vital de poesía;
de qué remota memoria
surgen las viejas palabras
que en tu expresión
adquieren insólitas aristas
adolescentes,
en qué oculto y olvidado átomo
palpita luminoso
el milagro de amor
para el niño que cruza por tus versos,
y en qué íntimo latido
se conforma
la ternura militante
con que adhieres a la epopeya
cotidiana
del hombre en soledad,
desilusión
y angustia.
Tu corazón debe estar lleno
de grillos insomnes,
para una alertada,
punzante,
indelegable,
percepción de vida.
Tu giras con el Universo
en la estrella,
en el agua,
y en la arena.
Lloras por tus ojos
todas las congojas,
tiemblas por tus manos
todas las ausencias,
cantas por tus voces
todas las nostalgias,
pulsas por tus venas
todas las injusticias.
Amor, pan y leche;
tristeza, jornal y mendrugo;
dos latitudes que conjugas,
y sucumbes,
y reemprendes,
en tu laboriosa artesanía de palabras.
Sobre la madura vigilia de tus versos
te intuyo transmutada en árbol
-savia, verdor y madera-,
con un paisaje de nidos
y un amanecer de pájaros.


Azucena Salpeter

Simplemente escribe esto

Cita con tu voz (A Matilde Alba Swann)

Yo que vengo del norte de los tiempos
con mi indígena hebraica toldería
mi rosa de cobre y mi extendido ser
lágrima silente y desusada;
hoy te cito en este aquí interminable
que prolonga tu cólera amorosa
en tu boca de madre
y tu sumario en verso.
Oigo tu voz, tu corazón cargado
de alegrías sencillas y pasos
huérfanos.
Oigo tu corazón insobornable
sube su diástole, gorrión en vuelo
y te duele y te ríe ese centro
de amor
en medio de tu cuerpo.
Veo coincidencias tuyas con el trueno
en el terreno aéreo de los sueños
en la harina civil de la esperanza
en el lomo moreno del labriego
enumero vigilias, mariposas
overoles azules, suelas rotas
protocolos de rejas sin un beso
inmigrantes parientes de la espiga.
Enumero tu templo, tu semilla
tu exigencia de luz y de ternura
tu profunda manera de estar viva
a través de tus muertos, la fatiga
de encontrarte igual, en mismos sitios
con el mismo pan sin levadura
el mismo látigo negrero
y la misma canción en el desierto.
En las letras de la ley pongo tu letra
y boca de madre tan poeta
tu sumario al centro
siempre al centro
vigía total, herida hecha
a golpe de gorrión y de universo.


Marian Molinos Robles

Marian escribió este poema a Matilde, al saber de su muerte.

A Matilde Alba Swann (14-9-00)

Desde atrás de una lágrima te escribo,
Igual que una niña reprobada:
Te escribo porque no te escribí antes,
Porque iba a visitarte y no lo hice…
Porque me distraje, en agobios cotidianos,
E irremediablemente la vida se marchaba.
Se te fue, se me fue, se nos fue la vida
¡hay que ver qué rápido se escapa!
Como pez en el agua se desliza
-resbalosa, engañosa… tan sirena-
sus cabellos, son medusas, sus caminos,
y su brillo y su luz tan solo escamas.
Solo un pobre poema para darte…
Ni siquiera uno bueno, ni uno a tiempo.
¿Dónde estás hoy Matilde que se extraño?
¿Y no es extraño que te añore siendo extraña?
Una tristeza me navega por la sangre
Y en mi garganta hace nudos marineros.