Capítulo 13
Lo que se dijo de ella y de su poesía
“No me olvides del todo,
hazme un hueco en la
herida de ayer, que más
te duela, y sosténme
contigo.”
(Permanencia. Inédito)
Como veremos, sus pares y los entendidos han nivelado a Matilde con Almafuerte, Borges, Molinari, Marechal, Dickens, Anderson, Conwell, Concepción Arenal, Dulce María Loynaz, Thoreau, Rousseau. Alfonsina Storni, Gabriel Miró y otros más o menos consagrados.
Sin embargo, Matilde era Matilde. Aunque en estas páginas no hay lugar para los defectos, que serán objeto de un próximo trabajo, debemos decir que era conocida su absoluta distracción cuando estaba enfrascada rumiando un poema. Un día le dijo a un ascensorista “voy a 49 No 833”, en lugar de decirle el piso en el que quería bajarse. Ella contaba la anécdota para poder decir que el ascensorista le había contestado “… cambio el ascensor por la moto y la llevo”.
Podía escribir sobre cualquier superficie o papel que tuviera a mano. Desde las contratapas de los libros de uso diario, pasando por el dorso de recetas médicas, hasta los pasajes de micro o de avión. Como ella decía:
“Todo sirve, cuando estás en vena”
También estaba la contrapartida. Cuando llegaba la hora de entretener a algún nieto y se le acababa el repertorio de cuentos inventados, entre ellos su interminable serie –digna de ser recopilada- “andá a pedirle al pescadito”, entonces les inventaba cuentos “ilustrados“. Para ello los sentaba sobre su falda y haciendo lugar en su escritorio, garabateaba los aspectos destacables del cuento, en cualquier papel. Todo servía. Hasta los márgenes de sus poemas.

Las primeras criticas favorables de personalidades extranjeras, las recibió nada menos que de Arturo Barea, quien le auguró, en medio de una conferencia que pronunciara en el aula magna de la Facultad de Derecho, “un futuro destacado”.
Asimismo el aliento de importantes celebridades de la literatura nacional fue permanente.
Ernesto Sábato le expresó en la década de 1950, que sus poemas “… son muy buenos, por momentos magníficos, aunque luego incurre en algunas debilidades. Estoy seguro que usted podría llegar a escribir poesía de primer orden…”
Susana Tasca la alienta sosteniendo que es “una de las más grandes poetas argentinas”.
Raquel Sajón de Cuello valoró quizás antes que nadie el peso literario de Matilde y la incluyó, en los programas de Literatura Argentina de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata. Raquel demoró mas de siete años en escribir “El mundo poético de Matilde Alba Swann” que fuera editado en 1982 por la imprenta de la Universidad Nacional de La Plata, con su sello.
La edición circuló con una sobre tapa diseñada por Ingrid Margarita, la hija menor de Matilde.
El meduloso estudio del estilo de Matilde, que abarca los siete primeros libros de poemas, mereció, hasta donde nosotros tenemos conocimiento, tres distinciones literarias, entre ellas el Tercer premio del Certamen “Guillermo Enrique Hudson”, de la Provincia de Buenos Aires.(1979)
Luego de un prologo de David Lagmanovich, comenzó ubicando a Matilde como una de las poetas argentinas con mayor fuerza expresiva y de más denso contenido lírico.
Mas adelante, buscando las raíces de su poesía, las encuentra nutriéndose a la distancia “en la generación del 22”, que “…en la literatura argentina es por antonomasia la generación lírica….”. Por eso la nivela junto a Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal y Ricardo Molinari.
Finalmente desmenuza el contenido y el estilo de su poesía como nadie lo hizo.
Amílcar Adolfo Aldao, le dice que su poesía “(…) está dentro de una línea moderna, sin llegar a la avanzada incoherente que mueven nuevas y absurdas escuelas, donde el esnobismo domina la integridad y la espontaneidad de la realización (…)“
Horacio Sicard luego de comprarla con Dickens, Anderson y Conwell, le dice: “…Como consecuencia de una monstruosa deformación profesional, lo primero que se me ocurrió es que Vd. había elaborado un maravilloso “código de los derechos del niño” que, pese al plural, consagraba un único derecho, a ser amados únicamente como Vd. sabe hacerlo. Y porque sabe hacerlo, le ha sido reservado el privilegio de poder enseñar como se hace, poéticamente, con toda maestría, con infinita ternura… La desgracia, la miseria, la insensibilidad, tienen la tonta virtud de hacer que los niños dejen de serlo demasiado pronto.”
Juan Vared, con motivo de unos poemas de Matilde aparecidos en el diario Propósitos, le escribió en 1956: “ …Si es cierto que la poesía es una profesión desacreditada, poesías como la suya reivindican una dignidad que tantos han perdido y ayudan a franquear esa barrera entre el pueblo y la poesía, barrera que tanto ha crecido en los últimos veinticinco años…”
Atilio Milanta, poeta, abogado y amigo dice que “… existe un texto de Almafuerte, como muchos otros de los suyos, que pudo haber escrito ella, si lo hubiera precedido. Como las vibraciones de un necio ruido,/ ni Wagner ni Rossini me dicen nada;/ pero, si por si acaso, gime un gemido…/¡me traspasa las carnes como una espada!..” y termina Atilio diciendo: “… ella fue y seguirá siendo ineffabilis, pues con palabras no se la puede explicar nunca a esa misteriosa conjunción de tanto bueno y tanto positivo…”
Dice Nestor Amilcar Cipriano de Matilde: “… La poeta es aquí la vivencia de sus recuerdos principales. No retrocede a los años de entonces sino que trae aquellos años al presente. Y completa su hoy. Un hoy que no se desgaja por los recuerdos sino que se integra con ellos. Asoma una posición metafísica pero predomina el impulso casi visceral del sentimiento. No vive del pasado, vive con el pasado. ….” Y concluye: “….Los libros de Matilde Alba Swann muestran a la autora con sus vocablos hechos de vida y tiempo. Los libros de Matilde Alba Swann contienen un hoy enriquecidos por pasados permanentes. Los libros de Matilde Alba Swann, en fin, son manos generosas que portan una perdurable entrega de palabras.”
Adrián M. Ferrero compara a la poesía de Matilde con la de Raúl González Tuñón. Dice que el mismos adjetivo de “poesía blindada” “….podría emplearse para definir la esencia de las piezas de la Dra. Creimer. Ambos poetas observan con mirada atenta y esmerada su entorno y no callan para no otorgar. Y quien habla o grita o canta es porque no descree de las perspectivas bonancibles que ofrece el futuro. Rectilínea y nunca tornadiza la creación de Matilde Creimer, desde los primeros balbuceos de Canción y grito hasta la entonación pareja y asentada de Crónica de mí misma. La poesía de Matilde Creimer esplende. También por la noches.”
La escritora Susana A. Siguelboim dice: “Hemos perdido en el mundo de las letras una maravillosa mujer, a quien siempre imaginé sencilla, auténtica y de gran sensibilidad espiritual. Nos acompañan sus hermosos escritos, invitándonos a seguir luchando por conquistar un mundo mejor, donde brille y reine el amor, donde no exista el hambre ni el dolor, donde reine la paz por toda una eternidad.”
El profesor Marcelo Romano sostiene que Matilde Alba Swann “… fue una mujer de letras estupenda, multifacética, versátil…”
Consuelo López la define como “Mujer de pluma sencilla, directa, clara, que, huyendo de metáforas intrincadas… consigue lo que sólo a los grandes está reservado: llegar a los lectores.“
La escritora Emilse Zorzut reflexiona y cuenta que Matilde “no fue valorada debidamente como poeta y las generaciones de hoy casi no la citan…. me han maravillado los poemas que están inéditos”. Cuenta también cómo conoció a Matilde: “ actuamos en un mismo caso, ella como abogada de una niña maltratada por su padre y yo como psicóloga de la niña. Nunca voy a olvidar su expresión y sus reacciones en las audiencias, claras, contundentes, que no admitían réplicas. Las veces que hablamos en privado me fascinaba el modo como abarcaba la situación y entendía lo humano, lo que había que salvar de lo humano. Creo que sus poemas expresan eso, la devoción por salvar al ser humano desde la infancia, la rebelión contra lo que lastimaba muchas veces pudiendo evitarse…“
Fausto Leonardo Henríquez, en Apuntes sobre la poesía de Matilde Alba Swann, dice que: “(…) Hay en los poemas de M.A.S. una estela elegíaca, con un aire vallejiano, que conmueve y que hace del lector una cómplice de sus versos… La niñez, el espejo de la vejez, de la nostalgia, el recuerdo de los seres más amados se convierte en brasas que se encienden en el poema: “centavito ternura / de mi infancia” (Apenas querer esto). La poesía de M.A.S. está limpia de vicios, es natural, sana y muy a menudo optimista… Su postura vital es, tácitamente, la otredad. O sea, nada exterior que rompa la armonía y el orden de los seres le es ajeno: “yo no podría transponer tus fronteras / sin pasar mi caricia sobre tu miseria, / sin hundirme en tu
barro, sin morder tu pobreza” (Canción a Berisso). El privilegio de ser madre, de transmitir la vida, lejos de ser una maldición y un impedimento para realizarse como mujer, M.A.S. canta la maternidad con una finura extraordinaria…Nuestra poeta asume una postura reflexiva mediante la cual interioriza su yo, y por consiguiente, lo descubre por medio de la palabra labrada con un tino inigualable. De una cosa quedo convencido de nuestra poetisa: que escribe para dar testimonio de sí misma. Esto la hace auténtica, quiero decir, hace de su poesía un arte conmovedor y, por ende, imperecedero. Porque canta lo humano, lo genuinamente humano sin excepción. Adoba toda su poesía con la vida y con un sin fin de emociones estéticas que consigna en imágenes de una belleza cautivante. El estilo de Matilde Alba Swann empalma, a mi juicio, con el de la cubana Dulce María Loynaz y es opuesto al de Alfonsina Storni, pero de lo que no cabe duda es que el nivel de las tres es sobresaliente, memorable. Mientras que Orlando Alcantara, escritor Dominicano, respondiendo a los apuntes críticos de Enríquez, sostiene:“…tus apuntes críticos confirman lo que ya hemos hablado en el sentido de que la Metapoesía y el Interiorismo no son excluyentes el uno del otro y de que se puede ser Interiorista
Metapoeta o Metapoeta Interiorista sin caer en ningún tipo de contradicción. Al contrario, tener conciencia de ambos senderos poéticos es señal de enriquecimiento epistémico en nuestro corpus intelectivo-conceptual.”
La escritora Cora Fernández Climent cuenta que los poemas de Matilde “… me sacudían el alma con su defensa a las madres solas y los niños abandonados. Cuando tuve mis hijos, en su poesía leía mi dicha por la familia y la maternidad. Hoy sé que amé su obra desde siempre y tanto…
La profesora Rosa Menegazi conoció la poesía de Matilde en su adolescencia y sostiene que “Expresó con maestría el amor, la pasión, el dolor, la belleza y la ternura a través de la palabra, reflejando la infinita sensibilidad de su alma… Sus libros perduran en el tiempo como verdaderas joyas de la literatura, contribuyendo al engrandecimiento del patrimonio cultural de la ciudad de La Plata.
Eduardo Correa, “el chino”, destacado Músico y Director de Coro homenajeó en vida a Matilde de la forma que mejor sabe hacerlo; poniéndole música a dos poemas. Himno al Hombre Sencillo y Su Alteza y el Hambre.
Odulina Sanui Olivan es otra persona que la homenajeó recientemente. Una española que ha declamando, con su decir inconfundible, casi todos sus mejores poemas y los ha propalado por la madre patria.
Lo que se dijo de sus libros
De “Canción y Grito”
Es el primer libro de Matilde y se encuentra absolutamente agotado. Su edición está fechada el día 10 de diciembre de 1955, día en que su marido que cumplía 45 años. Dedicado a sus cinco hijos, incluye el siguiente agradecimiento “Agradezco el hallazgo de este refugio, a todos cuantos fueron injustos conmigo.”
Ella conservaba bajo el cristal de su escritorio una carta de Raul Gonzalez Tuñon que es por demás elocuente, y una joya para Matilde, que lo admiraba.

Raquel Sajón de Cuello, sostiene que este libro es “rico en imágenes directas y en estructuras sencillas” y comienzan a asomarse “…algunas construcciones sintácticas con valor estilístico…” Asoman nuevas formas de expresión, aunque le falte mucho todavía para alcanzar la madurez de expresión de “Madera para mi mañana” o de “Tánsito del infinito adentro”
De “Salmo al retorno”
Se trata del segundo libro de Matilde editado el día 13 de noviembre de 1956 y que se agotara su única edición inmediatamente.
Guardaba bajo el cristal una ficha de biblioteca escrita por Jorge Luis Borges mientras esperaba su turno en una charla de escritores en 1957. Junto a ella estaba una fotografía con Borges, muchos años después, cuando ya había perdido la vista, pero no el apetito.


A Matilde la emocionaba que Borges recordara el nombre de su libro y se ufanaba que también recordara el nombre de los poemas a los que alude.
“Su Salmo al Retorno me interesa, en especial “El hijo que no quieres” y “Cuando tú sepas mucho” me han conmovido. En ellos la emoción emerge de un modo necesario y orgánico porque está en los hechos y en la situación que refieren y no dependen de artificios verbales…” Jorge Luis Borges. Buenos Aires Enero 95”.
Muchos años después, Matilde conseguiría que dictara una conferencia en La Plata, en el Colegio de Abogados.
Raquel Sajón sostiene, comentando este libro, que Matilde domina la “libertad métrica” cuando enseña que en algunos poemas “rompe los diques de contención del verso, el caudal arrollador poético arrasa con los últimos restos del naufragio y una desenfrenada libertad asociativa, entre ritmos de naturaleza distinta, impera y sobrecoge por la fuerza inusitada del aluvión. Sin embargo, aunque el torrente parece desbaratar las leyes artificiosas y arbitrarias de la técnica del verso en lamas profunda intimidad de su bramido interno, la potentísima masa responde a las leyes inescrutables y secretas de su propia naturaleza.“
De “Madera para mi mañana”
Se trata del tercer libro de Matilde Alba Swann, con fecha de edición del dia 13 de noviembre de 1957, por la Editorial Cortezas de Roble.
Adrian M. Ferrero sostiene que en este libro “se adivinan ecos de doctrinas filosóficas y de textos literarios dieciochescos y decimonónicos.” Tal es el caso del poema “Comencemos de nuevo”. En él, la poetisa aboga por un retorno a las condiciones de vida más primarias:
“Comencemos de nuevo.
La caverna y el silbido, y el símbolo, y el trueque,
y la flecha sólo para rasgar el viento,
y las manos, para labrar las horas,
para beber el agua,
y los ojos, para mirar al cielo”
Este retorno a los orígenes, a la “infancia” de la civilización, importa un rescate de la comunión con la naturaleza, que postularon en forma coincidente pero desde distintos estrados tanto Henry Thoreau como Emile Rousseau. Esta mirada nostálgica hacia el pasado primitivo se perfila como la vía de solución al estado de cosas promulgado por una civilización desquiciada y poco promisoria. La Dra. Creimer parecería hacer suya la aserción de que “todo tiempo pasado fue mejor”, dado que nos remita a la niñez y a la vida pretérita como caminos de redención para la humanidad. Es otro poema del volumen, “Campanas y yunque”, se advierte la impronta de Walt Whitman cuando leemos: “Quiero escribir el canto total para el que vivo”. Sospecha que se ve rubricada por la enumeración caótica que prosigue a ese verso, con una evidente pretensión abarcativa.
Raquel Sajón considera a este libro el poemario donde Matilde alcanza la madurez expresiva.
De “Tránsito del infinito adentro”
Se trata del cuarto libro de Matilde, editado por la Municipalidad de La Plata el 15 de diciembre de 1959.
Adrian M. Ferrero sostiene que en este libro se insinúa una preocupación que antes había permanecido velada o implícita: el paso del tiempo. Así, por ejemplo, anota Matilde Creimer:
“La serpiente
del tiempo está enroscándose
en torno de sí misma”
O bien:
“Y un cansancio
de escuchar el tiempo penetrando
sus uñas en la carne”
En ambos casos, el transcurso del tiempo está cargado de connotaciones negativas. Para ello apela a compararlo con una serpiente o con un ser con uñas cruentas. En el primer ejemplo, se deja deslizar la idea de un tiempo cíclico, al compararlo con un reptil que “se enrosca en torno de sí mismo”. En el mismo libro, el poema “Donde…?”, pone de manifiesto una profunda fusión con la naturaleza, al afirmar:
“… en cada
luz de cada
luciérnaga que enciende
y apaga nazco y muero”
Las luciérnagas, con su parpadeo continuo, son símbolo del ciclo de la vida, que nace y culmina en forma sucesiva y permanente. La luz remite al acto de la concepción, del alumbramiento, del parto, la oscuridad, al de la muerte.
De “Coral y remolino”
Es el quinto libro de Matilde y también Adrián M. Ferrero se ocupa de él aludiendo al poema “Palabras a un Dios pobre”. “Versa sobre la desazón de una niña que no puede aspirar a recibir el regalo festivo deseado. El yo poético realiza una inversión del planteo teológico sugerido inicialmente:
“Tampoco a ti
este año
te llegará el regalo
de un mundo de hombres buenos”
El poema “Poesía” plantea la disyuntiva entre cumplir el rol de madre, realizando las tareas domésticas o abocarse a las destrezas de la escritura. La protagonista logra hacer una síntesis entre su arte y su deber de madre, cuya ilustración más acabada es el poema citado.”
De “Grillo y cuna“
Se trata del sexto libro que rompe un lapso sin publicar de diez años. Su pié de imprenta data del 6 de diciembre de 1971.
Cesar Tiempo, comentando Grillo y Cuna, dijo: “…No sé cuántos libros ha escrito Matilde Alba Swann, no sé qué lugar ocupa en la poesía de este país en que hasta una fortuita gracia, un veleidoso don de intensidad, un llamar obstinadamente a la puerta de los adjudicadores de primacías para gozar de la manzana simbólica y asomarse a los balcones de la vana notoriedad. No sé si concede alguna importancia a la alegría trivial de los premios, o la difusión estentórea de su nombre. Sé que ha escrito un auténtico, un admirable libro de poesía, vale decir que ha cumplido generosa y dolorosamente con su vocación, en la que la sonda de las profundidades puede embriagarse de hondura. Y esto debe bastarle. El anillo Alejandrino brilló en las manos de Perdicas cuando debió brillar. Después, nunca antes. La seria investidura artística de una obra colmada le hará ganar tarde o temprano el lugar de privilegio que corresponde a su poesía. Para llegar a este libro, Matilde Alba Swann, debió renegar de muchos versos inútiles ceñidos como una malla al fácil sentimentalismo de un público drogado por los cantores en boga, fieles a esos versos, rumbosos, estuosos, jugosos, juiciosos, capitosos, con el sombrero de la rima calado hasta las orejas, que hacen las delicias de los telepacientes, debió superar la psicosis de las palabras despilfarradas, del frenesí verbal de los rebeldes sin causa que claman contra la corrupción a la espera de ser corrompidos que están siempre a la moda y han pasado por todas las escuelas menos por la escuela elemental. Su condición de heredera de un pueblo nostálgico que tiene el sentido del número y el amor por las formas suntuosas y una carga de tristezas y ultrajes de persecuciones y martirios, hicieron a Matilde Alba Swann una profetiza sensible a la música pitagórica y al élitro del grillo, capaz de inclinarse sonoralmente sobre los que sufren y los que esperan. Su arte no es una fontana atónita, un entrevero de oscuras olas combatidas. Es un llamado vital que participa de la plegaria. Sobre las deplorables cosas que nos circuyen en días como los que nos toca malvivir, conflagrados de socaliñas y zalagardas, en los que triunfan los botarates de la bulla y cierta deplorable versolalia femenina, prefiere hacerse viriloide y suena al tarantín de los amoladores de tijeras, qué felicidad emocionada la de encontrarse con este manantial de poesía cantando entre las piedras como río que baja de las cumbres. Parafraseando al Walt Witman -y sin pensar para nada en los descaros y sábados de la carne- digamos que, quien toque este libro, tocará a una mujer. Una mujer con grillo y cuna.”

Don Oscar Abel Ligaluppi, como puede verse, consideró “magnifico” el poemario “Grillo y cuna”.
Néstor Amilcar Cipriano dice de Matilde: “Matilde Alba Swann -escritora trascendente y trascendida- habita su propia palabra. Conduce su voz y su voz la conduce a ella. Como el viento que pasa por el follaje y es expresión del follaje mismo. Una de las características fundamentales de Matilde Alba Swann es que vive en su residencia de humanidad. La rodea un inmenso pensil donde crecen y acrecen las esperanzas. Vive allí, en su residencia de humanidad. Vive y siente: y exclama y proclama. Piensa y significa: y exclama y proclama. Sufre y ofrenda: y exclama y proclama. Su voz -su dicente voz poética- vibra y punza. Como las voces de los tiempos, que refuerzan a otras voces.“
Matilde Alba Swann vive en su residencia de humanidad. La rodean los suyos. Y suyos también son el recuerdo, el sufrir, la mano tendida, la presencia de Dios.
Hablando también de Grillo y cuna, dice Adrián Ferrero que: “…la nota dominante la constituye la diatriba contra la guerra y la apuesta al pacifismo. La única alternativa contra el belicismo, la carrera armamentista y la violencia gratuita es el diálogo y la cooperación. En algunos poemas, se evidencia una decisión imperativa y desafiante contra los poderes y las instituciones decisorias que regulan el destino de los cuerpos armados. La guerra entronca con los más abyectos sentimientos del hombre y como contraposición a la infancia. El niño es presentado como un ser inerme y vulnerable ante la violencia:
“Cuenta latida, los cuervos se están haciendo
un collar
con ojos de niño muerto”
Los cuervos, que en este caso pueden aludir tanto a la muerte como a los soldados impiadosos, con connotaciones negativas en cualquier caso, construyen un ornamento con los despojos de los niños muertos (los ojos).”
Lo que se dijo de “Con un hijo bajo el brazo”
El 15 de setiembre de 1978 se edita el séptimo libro, en su primera edición. Algunos días antes de que falleciera Samuel. La segunda edición de 1000 ejemplares fue editada, por Ediciones Almafuerte, a beneficio del Hospital de Niños, por el Colegio de Abogados de La Plata el 27 de agosto de 1991, en el mejor homenaje que sus pares podrían haberle efectuado a Matilde en vida.
Otro de los que habitaron bajo el cristal del escritorio de Matilde fue León Benaros, quien le escribiera en 1980: “Leo y releo su noblemente apasionado libro “Con un hijo bajo el brazo” que tuvo Ud. la gentileza dedicarme en la Feria de este año. Pocas veces he encontrado una poesía de tan humana calidez. Muchos poemas son verdaderos aciertos. Particularmente me gusta “Tu infancia” tal vez porque refleja mucho de mí. Tuve la suerte de pasarla en una antigua quinta de Lomas de Zamora, trepado a los árboles, comiendo higos del cerco vecino desde lo alto de un gallinero o trabajando furtivamente en una herrería vecina del fondo de nuestra quinta cuando el herrero se retiraba a comer y yo me introducía por un alambre roto.- Sus versos, a veces, tienen latidos de angustia que van a increíbles reencuentros: “Quiero tornar a ti de nuevo, madre” clama el niño que va a morir. Es muy rica la gama de sensaciones que su libro me ha dejado. Con mi enhorabuena, la amistad de su lector. León Benarós.“
Bajo el vidrio del escritorio de Matilde, también estaba esta carta de Emilio Ribero que es todo un documento y que Matilde conservaba como otro tesoro.

Bajo el vidrio del escritorio de Matilde, también estaba esta carta de Emilio Ribero que es todo un documento y que Matilde conservaba como otro tesoro.
En las solapas de esta segunda edición, Horacio Castillo sostiene que “quizás desde Almafuerte nuestra poesía no conocía una actitud tan francamente ética como la de Matilde Alba Swann…. Solidaridad profunda, religiosa, inspirada en la concepción de la vida como consumación de lo absoluto, y que convierte a este libro de Matilde Alba Swann en una saga del espíritu que – para usar sus palabras- “perfora la sombra como un dragón ebrio”.
De “Crónica de mi misma”:
También Horacio Castillo, en las solapas de este octavo libro, dijo: “Poesía viva, poesía palpitante, poesía beligerante la de Matilde Alba Swann. Y como tal, poesía hecha a partir de la confluencia irreparable del individuo y del mundo. En un contexto literario caracterizado por los abusos del racionalismo, por los desmayos surrealistas, por el vacuo esteticismo, Matilde Alba Swann irrumpe con su fuerza, su pasión, su opulencia sensible, confiando el lirismo, antes que a las palabras o a las ideas a la vida misma, la suya y la de todos, que se Impone arrolladoramente texto tras texto. En este conjunto de poemas, que recoge nuevas expresiones de su ya denso itinerario, hay tal vez mayor Introspección, más dramatismo íntimo, cierta actitud catártica, visible inclusive en la fluidez de su lenguaje, transido de expectativas espirituales:
“Ya retorno
del altar y del lodo, del sollozo,
del gemido y del canto, de mi propio
funeral, y me escucho como corro
anhelante y jadeante
a mi bautismo”.
Pero, aún con esas connotaciones diferentes, propias de toda creación que no se anquilosa, la voz de Matilde Alba Swann sigue siendo la misma voz de siempre: una voz apasionada, quebrada por la condición humana, valerosa ante la intemperie de la existencia.
“Sopla, viento, sopla y arrasa, que también de ti / saco conciencia”.
¿Qué otra definición cabe de la poesía?“
Aurora Venturini interpreta el poema “Descifrarme”
Sobre ese poema se explayó Aurora Venturini en correspondencia privada que data de junio de 1980, en estos términos:
EL ESPECTRO DE LA LIBIDO, DE DALI, Y UN POEMA DE MATILDE ALBA SWANN
Es preciso madurar como una fruta machucada para hacer ciertas obras. La manzana es la última del montón. Cien manzanas la están torturando, sobre ella, como un universo avaro que le impide desarrollar forma y color para los que nació destinada, las monstruosas hermanas se le apilan, la hieren y sin proponérselo, la convierten en la más dulce y tierna.
Es preciso sangrar. Aproximarse al borde de eso que se denomina muerte y que nadie sabe exactamente qué es ni cómo es.
Entonces se tiene el derecho, lejos de cualquier prejuicio, para mostrar las vísceras. Como si una mano diera vuelta del revés la humana vestidura del alma que es el cuerpo.
La buena semilla de la poma ausente. El humano triturado.
El Espectro de la Líbido, de Dalí, muerte o resurrección en un ambiente de desastre- o de esperanzas- y unos versos del poema de Swann:
“Me sacudo de horas y lugares,
aquietada
me hundo, llego al fondo:
bosques líquidos, peces asustados”.
El espectro ha sido un hombre o una mujer, trata de no sucumbir y se aferra mientras un tronco en horqueta lo sostiene, tiene algún mensaje para transmitir todavía a pesar de que sus nervios a la intemperie y sus huesos evidentes le causen el dolor de una espantosa escaldadura.
“quiero saber qué traigo escrito adentro,
la palabra en la sangre, la condena
taladrada en el hueso, la implacable
mordedura hundida en la neurona”
Dice Swann y los vocablos antipoéticos no son tales, tal las figuras de Dalí, diabólicas o angélicas…
La figura emerge o se sumerge en lago o río, acaso pantano o arena movediza y en torno, las rocas cavernarias, antediluvianas, le prodigan un marco trágico. El descalabrado ser, a veces, juega a no caer, a sostenerse como un equilibrista. Nos insta a nosotros, espectadores, a hacer equilibrio de magia de interpretación.
“Esa caverna que habito todavía, y esos
nombres cubiertos de pelambre.
Laberintos uno dentro del otro, sin embargo
en la memoria del latido algo salva malezas,
libra de asfixia, ilumina derrotas y
naufragios, triunfa de todos los goliats y
emerge desde el candor dormido,
y balbucea”.
Juego de espectro para una interpretación, no exenta de juego:
”Alguien de mí, yo misma, desde
el hondo subsuelo de mi carne me
alucina y me hiere de señales.
Siento un bosque de copas derrumbadas y
un osario de nidos sin amparo”.
Jugar. Travesura de la resurrección que no sospechábamos… El instinto lúdico de picotear una manzana y aún más, el redondel quemado a cigarrillos”, vemos la moneda que cae al fondo del vaso, el ruidito del metal contra el vidrio y la algarabía de unos adolescentes. Vemos y oímos. Percibimos el paréntesis de gracia que nos fortalece para meternos en otra alucinación.
“…niñitos tomados de la mano, con
sus piernas torcidas, con su ombligo
sosteniendo una comba triste de hambre”
Retoma su poesía social, pero la redora, la decora y levanta: ”Miro en torno de nuevo estoy ausente, de/nuevo tengo miedo de asustarme”, intuición de haberse divertido un segundo en su agua-fuerte, luego, el calofrío sensual y sensitivo.
“Me crecen hijos de todas mis aristas”… DESCIFRARME es el título del poema. Nos atrevemos a hacerlo.
“Van cayendo mis hojas, una a una, tantos
lobos detrás de los crujidos,
mi corteza
sangrada en arañazos”.
Y aún “Sola en el tiempo, el bosque es tan espeso”; la poetiza comprende que ya no habrá de retoñar. ya las hojas de un otoño invencible, le agostaron cualquier posibilidad de procreación. Sabe que son las postrimerías de ese otoño:” Un cazador acecha… está nevando”, el invierno de la manzana, el invierno que sólo es capaz de abrigar al “cazador”.
El cazador es exterminador de vida y ella, con algo de su antigua valentía, intentará cazarlo:
“Mi dedo tenso en el gatillo, grita, por / boca de un fusil lleno de espanto:. Nadie pudo nunca cazar a ese asesino, tan necesario, no obstante el mar de ausencias que derrama.
Se resiste a ser de nuevo víctima del cazador, y al cabo, se resigna.
“Quiero dormirme, y llevar conmigo/lo que tuve y no tengo./Ser el amor de quienes me quisieron”, contemporaneidad con los que ya marcharon al infinito, seres que el ensueño le devuelve intactos. Deseo de dormir para retrotraer sus rostros, voces,expresiones…
La lucha por la existencia la maquilló, la hizo estallar y ahora busca refugio en olvido memorioso.
“Borroneada, tachada, magullada”.
Volviendo al ESPECTRO DE LA LIBIDO de Dalí, se observa, próximo al magullado, tachado y borroneado objeto del espanto, a un pequeño niño.
Ante el original, nunca pude comprender que intenta esa criatura.
Lleva algo así, como un lazo en su mano izquierda y en la mano derecha un indefinido objeto, que puede ser un racimo o un juguete.
Observa al agonizante espectro. Su traje marinerito impregna de infancia al horror. En el hermético y cabalístico poema de Matilde Alba Swann, hay dos palabras finales: “Mamá… Papá”. Descubro que ese niño es el póstumo sentimiento del sujeto invernal, y recuerdo la palabra del Ciudadano de Wells al expirar.
AURORA VENTURINI. VI/80.
P.D. Matilde, necesito leer a mi amado poeta Saint-John Perse.
“Ce scir, les pieds nus dans les sendales encore de l’enfance, nous descendrons au dernier val d’enfence, vers la mer”
En castellano: Esta tarde, los pies desnudos en las últimas sandalias de la infancia. bajaremos el último valle de la infancia, hacia la mar”
TRADUCCIONES
JOSÉ MARIA LIMEIRA (FERREIRA): Poeta y escritora brasileña ha traducido al portugués algunos de los poemas de Matilde. Como ejemplo y por la melodía que conforman el idioma y el poema, transcribimos Mestre (Maestro)
MESTRE
Mestre,
Hoje te mando meu filho pequenino.
Hoje te mando meu coração à escola.
Entrego-o a ti,
na poesia de seus primeiros passos,
na cautela de seus primeiros medos.
Espanto alado,
para que lhe ensines
a face das letras e o milagre de luz
da palavra.
Liberdade,
quero que seja
sua primeira letra no caderno.
Parecerá de inicio um garrancho,
ele haverá de saber
embelezá-la.
Depois,
quero que aprenda a dizê-la ao homem
e a escrevê-la.
Homem e Liberdade,
profundidade e vôo, a dimensão essencial
da existência.
Terra nova e coração marcado,
tu espargirás nele
a retidão, e a sonora voz para o futuro.
Envio-te meu pequeno, mestre,
ao teu mel e à tua luz um homem novo.
Raiz de ciência
seu destino se abre em ti,
mostra-lhe um mundo de verdade e compreensão,
mestre.
A semente do amor nasce mais fácil
na tenra idade
do lúdico.
Matilde Alba Swann
(Com um beijo e um abraço)
(Tradução: Maria José Limeira)
SILVIA BRANDON-PEREZ: Cubana, abogada, de cincuenta años, madre de cuatro hijos ha traducido al inglés innumerables poemas de Matilde. Transcribimos una de ellos:
FOR MY CHILDREN
Give me,
the lightness of flight in the pallet
of summer, Lord,
when the breeze barely lets go
her wings; that there is no burden
from my fruited plenitude
and that my maturity
weighs not upon them.
The prophet’s intuition, Lord,
give me, to guess and gather their voices,
and the saint’s humility,
and the silence of your fields vanquished
by poppies, at that hour when you dream
of creatures,
lonely of mothers,
and cradle them.
Give me,
the clarity of the day when one is born,
that they may see me,
even despite
shadow
and know me.
Give me the flavor, Lord,
of your honeycombs,
that I may be honey
to their sorrow, and bread and peace,
and the blue
serenity of heaven,
when you think
of summers and lakes, and make them touch
my heart in it,
and understand me.
And until that day I close my prayer
and give myself up,
meekly, with dignity,
grant that I make it possible
that they love me.